jueves, 18 de abril de 2013

Limpieza.

¿Hasta que punto tuve que llegar a esto? Perdido. Así estoy. Me perdí hace un buen tiempo. Acepté consejos y tomé rutas que nunca hubiese tomado, todo por querer llegar a alguna meta. Llegar a donde el éxtasis. A donde mi droga. Fue un ataque de desesperación. Una vez que pruebas de ello, ya nada te sabrá igual, ya nada se verá igual, ya nada se sentirá igual. Es lo mejor y lo peor que te puede pasar. Se acaba, como todo, pero en algún momento te dan la oportunidad de obtener así sea un poco más y yo soy el único torpe que corre como coyote y cae en la trampa. Maldito amor.

Me han dejado a la deriva. No hay duda. ¿Qué se supone que vuelva a hacer? No voy a retroceder. Quiero beber de ese elixir mágico. Mi síndrome de abstinencia es muy grande. Imparable. Insaciable. Estoy perdido y siempre lo estaré. Algunos nacen para perderse.

De boca en boca siempre ha ido. Nunca se desperdicia. Algunos usan una pequeña dosis para engañar y comprar algo de material. ¿Yo qué hago si más de una vez me han engañado?

Puede uno volverse violento, claro, pero yo en mi caso siempre termino arrastrándome y pidiendo por más. Qué problema ser tan dependiente de algo que muchos no necesitan. Él parece no necesitarlo. Qué envidia. Ha vivido libre de ello. Se ha purificado de todo y yo quiero robarle su parte, lo que nunca usó. Esa pequeña que todos nos dan al nacer. Es tan mezquino.

Qué envidia vivir limpio. ¿Pero que hago pensando en todo esto si aún sigo perdido? La barba crece y crece. Camino y camino. ¿Dónde está? Necesito un poco. Ya no puedo más.

Estoy agotado y cansado. Mezquino aquel que no comparte. Todos a su alrededor son igual. Yo humildemente quiero un poco de todo lo que han guardado. Pero ellos venden y engañan. Tienen un mercado negro, una mafia, y yo no quiero pertenecer a ello. Quiero ganarme mi parte de la manera más limpia posible. Y qué horrible contradecirme, porque estoy sucio. Ese amor mancha, y yo me ensucié. Deja marcas que no se pueden esconder. Ellos saben con quienes pueden jugar.

No caeré.

Me quiere engañar, pero no caeré. Me ha mentido antes para venderme algo de mala calidad. ¿Qué quieres de mí? Ya te lo negué. Con una cara tan limpia no se puede tener un alma tan sucia. Pero qué envidia no tener que vivir necesitando esto. Aléjate de mí. Sólo me estoy haciendo daño a mi mismo.

Dime la verdad. Habla con claridad, que material de mala calidad yo no quiero. No me vengas a vender más. Me rendí y me perdí. Ya he caído muy bajo para conseguir un poco y no quiero recordar todo lo que he pasado. He aguantado mucho. He caminado mucho. Me prometiste un poco al final. Me prometiste todo.  Bueno, no lo hiciste, pero creí que lo tenías. ¿Cómo creer que la gente limpia puede tener para dar? Soy un idiota. ¿Qué hago con tanta necesidad? Me he humillado y arrastrado por esa droga. Maldita droga.

Ya no puedo caminar más. Esta fue la última vez que me vas a engañar. Ya no dependeré de esto. Y menos de ti. Buscaré mi propio camino y mi propia manera de conseguirlo, pero en ti no caeré. Ya no tendrás más de este corazón dependiente. Ya de mí no cosecharás más. No me ensuciaré a tu manera, porque tampoco quiero limpiarme. Has acabado con todo lo que hay en mí. Empezaré mi camino.

Ha empezado mi limpieza.

domingo, 14 de octubre de 2012

Las palabras que no unen.



El silencio. Refugio en donde se callaba el presente, el futuro y mucho menos se escuchaba el pasado. Si alguna vez hablaron, el pasado era el polvo en las paredes y el futuro el sucio de las ventanas. En mi vida había visto tal muestra de negación, o de miedo. Sólo se miraban y ese era su dialecto. En el colchón hablaban con sus cuerpos. El calor y los besos eran su idioma y para ellos no había más. Todo era mejor que hablar.

Durante las tardes de su silencio, cuando no se atrevían a verse, uno lloraba por hecho de saber que sentía más, mientras el otro lloraba por no sentir igual. Se abrazaban a las horas, manteniendo los labios sellados ya que ambos sabían la verdad. Otra razón para callar y sólo sentir.

“Me cosería los labios si pudiese, pero así no lo podría besar”, pensaba uno de ellos a menudo. “Me cosería a él si pudiese”, pensaba otro.

Había tanto que decir, pero era mejor callar. Siempre era lo mejor. Así pesara, así doliera, pero así era y sería.

Y era mejor mientras las palabras no robaran la magia. No rompieran con verdades, con mentiras, con sucesos, con esto, con aquello, con quejas y angustias; con quien fue primero y vino después  ni quien fue mejor, el peor o si aún no fue. Si fuera por ello, sellarían sus labios eternamente, mientras el silencio fuesen los soportes de su colchón, de su nido de amor.

Cuando circulaban los aviones, cuando rompían las olas, cuando pasaba el tren, cuando la calle rompía en fiesta, él lo único que quería era gritar. Romper todo y gritar. Anhelaba vivir en silencio y gritar hasta morir.

Ni aún estado o sintiendo solo lo hacía. Pesaban más aquellos murmullos en las paredes, la cuales adornaban con cuadros y retratos por cada grito, por cada gramo de silencio.

El silencio guardaba toda aquella inseguridad, problemas, dilemas y pesares. Era su muro de contención. "Si no sé que estoy pisando, no caminaré", se repetía el que sentían más, una y otra vez.

Unas cuantas palabras los guiaron hasta allí hace un tiempo atrás. Callar mantenía la paz y volverían a hablar, sólo para unirse más. Eso soñaba el que callaba más, pero para eso aún faltaba. Aunque él en todo ese tiempo aprendió que las palabras no los unirán al final.

Dormir era un ritual funerario, donde descansaban en paz. Las sabanas eran sus ataúd y ahí permanencia en su silencio lúgubre. Ni siquiera hablaban en sueños. Ni cuando se hacían los dormidos. Aunque lo deseaban. A veces se mantenían despiertos, sin que el otro se diera cuenta, en espera de algún suspiro aunque sea.

Las mañanas eran dulces despedidas, en el que se veían a la cara y se sonreían. Todo era para darse fuerza el uno al otro. Las palabras no los unían, y nadie entendía. Ellos eran los únicos que comprendían y esperarían, así murieran por gritar. 

Contaban los días sin pensar, para que llegara aquel día en el que se pudieran mirar sin miedo a callar una vez más.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Deprisa.


 Rápido, rápido, señor conejo. No hay tiempo que perder.

Muévete, que el reloj es indeciso, pero letal. En cualquier momento puede parar.

No pares, no pares, corre sin cesar.

Quiéreme, besame, ámame, hazlo todo sin pensar, que el tiempo se va a acabar.

Soy lento como tortuga en la realidad, pero siempre voy deprisa en Wonderland.

Quiere, quiéreme, quiéreme mucho y ya.

Ama, ámame, ámame, hazlo ya.

Corre, corre, corre. 

Tengo miedo que este sueño se pueda acabar sin antes haberlo disfrutado como debería ser.

Quémalo todo, derrumba las barreras y echa a correr. Siente, siente, siente. Arde en pasión, hazlo deprisa o nos atrapa el reloj. Salta ese muro gigante sin pesar. Rápido, rápido.

Comete el hongo, salta a las flores y bebe el té.

Visita a la oruga y al sombrerero también.

Rápido, rápido, que el sueño se termina. Wonderland está todo al revés.

¿Ya me quieres? ¿Ya me amas? Vamos, vamos no pierdas el tiempo. Hazlo con todas tus fuerzas, que ya vamos a caer.

Aterrizamos y tengo miedo de ver la realidad.

Aquí las rosas no son rojas como en Wonderland.

¿No podríamos quedarnos allá toda la eternidad? Deprisa, sueña una vez más.

jueves, 4 de agosto de 2011

Sansón.


El hombre fuerte. El hombre invencible. El irrompible. El indomable. El del cabello largo. El hombre. Mi hombre.

Mi nombre: Dalila. Tan delicada como la flor. Tan clara como su color. Sembrada en los brazos de Sansón.

Plantada en su sombra hacia la eternidad. Alimentándome de sus rayos de sol, aquellos rizos tornasol; aquel cabello largo que le otorga aquella fuerza y esplendor. Dalila, la amada de Sansón.

Vence a millones con un solo puño y a mí me vence con un solo beso.

Fuerte ante todos. Débil ante nadie. Así es Sansón, mi amor, mi perdición.

Tan sólo un segundo quisiera verlo vulnerable, así podría amarle sin miedo a derrumbarme. Sin miedo a que de un golpe me destroce el corazón. ¿Cuál es tu debilidad, Sansón?

Prometo guardar tu secreto. Sólo quiero cuidarte y hacerte mio por completo.

No tienes que hacer de Hércules frente a mí si no hay nadie más alrededor. Nadie es tan fuerte en el interior. Nada debe ser más fuerte que nuestro amor.

Quítate esa armadura, mi hombre inmortal, que con ella mis raíces no te pueden atrapar.

No tengas miedo, mi Sansón, te aseguró que no habrán cuerdas, ni agua, ni alguna treta gigante, porque mi miedo a perderte es mucho más grande.

Quiero ver ese lado vulnerable de aquel hombre gigante.

No temas, mi Sansón, sólo quiero sentirme igual de fuerte que tú. Quiero que sientas que ahora yo soy la gigante; la que te protege a cada instante. La que de un golpe puede derrumbar los muros de tu corazón.

Toma mi cabello, mis pétalos y mi aroma si lo deseas, porque más fuerte que tú jamás podré ser. Por ello necesito saber que tan débil puedes ser.

Entrégame tu aroma, tus rayos de sol y esos rizos tornasol, mi amado Sansón, porque si alguna de ellas interrumpe nuestro amor, te aseguro que con estas tijeras las cortaré sin temor.

Y no habrá nadie más alrededor. No habrá nadie que interrumpa este amor de dos débiles con corazones de león.

Hazlo, mi Sansón.

Y así tal vez los libros de historia, y la Biblia, no se olviden de nosotros.


jueves, 28 de julio de 2011

Fascinante.


Tan grande es mi ego que no puedo aceptar no haber dejado huella en alguien, o al menos una buena.

Lo peor fue lo fácil que llegue a saberlo. Es que las casualidades no dejan de surgir. Era inevitable.

Abrí tus piernas y así se quedaron para todo aquel que quisiera posarse en ellas. Para todo aquel que quisiera mirarlas. Para todo aquel.

No era lo que quería para ti. Para nadie.

Es la maldición de tu carita sonriente. Es la maldición de mi ego.

La maldición de lo fascinante.

De todos a los que he dejado atrás, tú has sido el peor. ¿Marqué o no marqué tu frente? Ahí es donde quería dejar huella, porque en otros lugares estoy seguro que alguna dejé.

Quería que mostraras tu cicatriz con algo de orgullo, no con pena, ni esconderla, que sólo la vieras con un poco de melancolía. Con un poco de tristeza.

Abrí tus piernas y no colocaste candado alguno nunca más.

Colocaste más ventanas para quien quiera mirar.

Lo único que ahora veo son tus piernas abiertas y veo hacia tus adentros. No hay nada más que deseos ardiendo. Tan efímeros como aquella promesa.

No hay nada más.

Nada más que mi ego ofendido.

Nada más que un leve suspiro.

Ahora sólo sé de tus piernas y luego nunca supe más.

-------------------

"Quiero que aprendas a poder valorar que te faltó muy poco para ser estelar"
Panda - Fascinante.

jueves, 30 de junio de 2011

Eres genial.

Y yo te maté.

Sientes que no tienes vida, pero es sólo por ahora. Sientes que yo te la arrebaté. Te sientes confundido en un lugar que no es ni el cielo, y mucho menos la tierra.

En la forma más simbólica posible, yo te maté.

Y no sabes cuanto me arrepiento.

Guardo una parte de ti, un recuerdo en especial, como un tesoro. No como el premio de mi crimen, porque de nada de eso estoy orgulloso. Te sigo guardando aquel recuerdo especial de lo genial que eres.

Ahora seguimos nuestros caminos, porque alguien más ha deseado por nosotros una vida larga y feliz.

lunes, 6 de junio de 2011

Borrador.

Esto estaba escondido en mis borradores. No sé cuanto tiempo tenía ahí, parecía de años, no sé.

Recuerdo esto, pero no del todo. Igual es hermoso y merece estar aquí, como recuerdo o algo más.
.........

-Cada vez más enamorado de ti...

-Cada vez más bello. Cada vez me pierdo más en tus ojos.

-En tu voz.

-Y espero hacerlo pronto en tus brazos...

-Cada vez necesitando más de ti y disfrutando más de ti. Que me permitas hacerlo y tratarte con todo el cariño que te tengo guardado. Y que sea inolvidable...

-Y será inolvidable. Y así como todo se dio en este juego del destino. Así como tú eres de perfecto.

-Como tú eres de hermoso, de sensual, de tanta originalidad y madurez atrapada en el cuerpo de un ángel. Que no se puede acabar de un sol a otro, no, porque nos une un vínculo que se endurece con el tiempo, a cada minuto y cada segundo.

-Si no que se mantendrá allí por eternas lunas hasta el final... ¡Juntos hasta el hermoso final!

-Hasta el final que espero nunca llegue.

-No para nuestro amor, aunque así sea para nuestras vidas, si no que me gusta pensar que se me vaya ella primero, a que te me vayas tú, no... te vas tú y te llevas mi vida. Así que no, nadie se irá.

-Quiero que me sigas haciendo escribir todas estas cosas locas que mis dedos escriben como magia pura.

-Quiero que me sigas haciendo sentir estos escalofrios que tanto me calentan el corazón.

-Que permanezcamos juntos, aqui, allá, donde sea, pero juntos.

-Sin rumbo... pero juntos.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Me masturbé frente a tus libros.


Hice que su tapadura sintiera la suave pasión de mi lujuria.

Hice que cada una de sus letras escribieran mis pensamientos.

Hice que sus hojas transpiraran como las ramas de árbol que alguna vez fueron.

Hice que mi calor borrara cada huella de tus dedos puestos en el.

Hice que sus esquinas doblaran tal cual lo hacia mi cuerpo.

Y así llegué al final en la página 277.

....

Luego, en aquel limbo, y justamente como si leyera un pie de página, caí en cuenta, de que en realidad te amaba.

lunes, 23 de mayo de 2011

Copycat

Probablemente algunas letras nuevas se parezcan a las anteriores, pero es sólo porque estaban guardadas en mi cabeza desde hace meses y no tenía el tiempo necesario para enmarcarlas acá.

Ahora que tengo el tiempo necesario podré sacarlas de mi cabeza de una vez por todas.

sábado, 21 de mayo de 2011

Madera a flote.


-¿Y ahora qué hacemos?

-Así se queda.

------------

Y ahí quedó. Así se quedó.

Todo un aserradero en la habitación. A la mitad cada cosa y sin instrucciones para terminarlas. Y no es que no existan los materias, porque ellos ocupan todo en esta habitación, pero un solo hombre no puede con este trabajo.

¿A Dónde fuiste? ¿Por qué huiste? ¿Te cansaste de intentar construir algo a lo que no le veías final? ¿Qué pasará? ¿Ahora quién escribirá en tus libros favoritos? No dejaste ni un número como pista para llegar a ti en el final.

Dejamos tanto trabajo a la mitad, en lo que sería nuestro hogar: una pequeña habitación en cada esquina de nuestras lloviznas, de nuestro sudor, nuestros juegos, de nuestras lunas, de nuestras sonrisas, de nuestras miradas, de nuestras noches, de nuestra saliva, de nuestros nudillos, de nuestras caminatas, de nuestra lujuria, de todo. Me dejaste como madera a flote; como si fuera otra silla a la mitad en esta habitación.

Yo sé que dije que tus piernas eran mi hogar, y que a donde caminaras me ibas a arrastras, pero hiciste alguna magia para despegarme de ellas sin que pudiera darme cuenta.

He tratado de tallar esta madera, pero sólo quedan pedazos inútiles. Estatuas amorfas de tu presencia. Astillas en mi memoria que aún no logro sacar. No puedo dormir en una cama a la mitad. Este insomnio tiene tu nombre y mis ojeras tus dos apellidos.

Mi saliva tiene tu sabor. Mis recuerdos tienen tu saliva.

Me baño en aserrín cada noche, preparándome por si regresas. Nada ocurre. En mis intentos para dormir siento tu sobra plantada en la puerta, esperando respuestas, taladrando preguntas, y comiéndome la nostalgia, que de ella me sobra mucho. La alimento para que se quede y vengas a buscarla.

Nunca quise dejar un proyecto a la mitad, porque lo que nunca se culmina, termina cayéndonos encima, mucho más adelante. Tú te alejaste lo suficiente para que ni la brisa del impacto te rose.

Intenté re acomodar todo para dar un nuevo aire y espacio a cualquier cosa que cayera cerca, pero nada cambiaba esa sensación incomoda e inconclusa.

Mantuve algo de mi inocencia, y todo aquello que te gustaba, que nunca dijiste, pero en tus ojos notaba. Sentí que te alejaste más, pero imaginé tus nudillos rozando mis piernas y me sentí como un idiota, porque me quedé esperando tus dedos enredados en los míos y demás.

Las termitas no logran consumir toda tu indiferencia.

Ni madera blanda, ni dura, ni caoba, ni roble, ni olivo, ni nada te hace volver. Por más que lije esas diferencias y aquellas tonterías que te molestaban, huiste por esa ventana que está a la mitad. Gracias a ella muero de frío todo el tiempo y con todo te llevaste mis sabanas: Tus brazos; con tu pecho como almohada.

Hoy decido irme sin limpiar nada y sin voltear atrás, porque sin sueños no puedo comer y debe haber alguna otra habitación en la cual el retrato de mi corazón colgar y así poder llamarle mi hogar, ya que tus piernas no están.

Pero no me pienso ir sin dejar algo concreto al menos, porque yo puedo perder batallas, pero nunca una guerra contra mi terquedad.

Trabajaré en este tronco, sobre el cual lloraste, y esculpiré tu monumento, y lo dejaré como una señal por si alguien se acerca a preguntar por qué todo se quedó a la mitad.

No hay amor que inspire más que aquel que se deja a la mitad.

Necesito verte una vez más y terminar este monumento, para así abandonar esta habitación inconclusa, y luego sin mirar atrás, no regresaré nunca más.