miércoles, 22 de diciembre de 2010

Universo G.J.O.V.


Un mundo recién descubierto daba a entender todo su cráneo, y aderezaba mucho más esa idea todo su cabello: Una jungla negra de rulos.

Su frente es toda una planicie que limita con sus cejas y un par de cuevas auditivas. Todo un terreno virgen para la siembra de besos, que siendo bien cuidados, darán frutos de un siempre. Una piel curtida por el tiempo y el hambre, adornada con lunares, cicatrices y quemaduras.

Sus ojos son pequeñas lagunas negras de inocencia, con largas pestañas hechas represas. . Intentos de cascadas horizontales. En el fondo, tal cual las piedras de un río, guardan los pecados, las penas, los temores y todo aquello que cayó en la corriente suave que es su vida.

Su nariz complementa su mundo tal cual la Luna a la tierra. Pintada con quejas y resfriados pasados.

Sus labios opacan todo a su alrededor, menos a sus hermosos dientes ocultos; puertas perladas que cerraban el paso al inframundo en su interior y a un coro de ángeles esperando ser descubierto.

Una larga carretera de deseos con finas curvas poco pronunciadas. De asfalto suave que se desquebrajan con el frío y el calor. Un camino fértil y virgen hacia la perdición, hacia la adicción y la necesidad. Esos labios que mordí y así arrancarlos para mí.

Alrededor yace toda una barba de sabiduría, la cual ayuda a resaltar cada una de sus sonrisas brillantes como la Luna. Un campo bien cuidado de conocimiento y fatiga. De descuido y enigmas del tiempo que a veces envidio.

Su cuello es un puente entre capítulos, ni más, ni menos.

Sus clavículas bien marcadas imploraban ser besadas. Enmarcadas bajo unos hombros que sirven de base al mundo ya nombrado anteriormente. Una enredadera de pubertad cubre su cuerpo, comenzado desde el pecho hasta la última uña de sus bases.

Su pecho con dos ojos punzantes de color carne y con sabor a la misma. Firme pero flexible para con su respiración de ciervo.

Sus brazos, conectados a esas manos, que con cuidado recorrieron tramo a tramo todo mi universo. Sus dedos son imanes para los míos y para todo mi cuerpo. Ocultas bajo todo eso están sus axilas; menospreciadas por la humanidad y las que más han sufrido malas aventuras.

Su abdomen contraído.

Su ombligo es mi lugar designado para dormir en sus tardes. Escondida, como un valle, por dos montañas de hueso.

El paraíso oculto. Lo prohibido. El tabú de placer que jamás ha tocado el sol. Eso es lo que sigue. El capítulo gemelo que prefiero callar y guardar en secreto hasta que sus besos lo aclamen.

Piernas largas y fuertes. Amuebladas con raspones de juventud en donde caen rendidos los recuerdos y se despiertan las nostalgias. Afiladores de garras. Base de medio universo con rodillas. Conectadas a esos pies: anchos y largos. Hechos para aguantar el peso de tanta belleza acumulada en un amplio empaque. Adecuados y confortables.

De ahí comienza y termina a su vez el mundo paralelo de su espalda. El cual detesta. A el cual manda todo lo malo que dice hay en él. Espacio árido y abandonado, pero que sin duda besaría de punta a punta. Otro lugar que esconde otro paraíso, creado sin querer para la raza de amor al cual pertenecemos.

Aquel hoyo negro en el que me perdí y espero me arrastre toda la eternidad, para así nunca partir.

Todo eso es su universo.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Crecimos.


Ver a mi prima con su bebe; ver al bebe, tocarle las manos. Todo eso me da grandes golpes.

También golpea mis ojos.

Yo crecí con ella: Jugamos, lloramos, reímos, rompimos, peleamos, escupimos, vestimos, desvestimos, gritamos, corrimos, llenamos, creamos, inventamos, vivimos... y luego crecimos.

Nos separó un poco esa extraña etapa de la vida en la que simplemente la gente se aparta; no por odio, no por problemas, no por nada malo, si no porque simplemente nos volvemos diferentes. Ella con sus ideas, yo con mis problemas, ella con los suyos y cada uno por su lado.

Con el paso de tiempo tocábamos temas menos infantiles, pero aún tenemos las mismas risas de niño y nos reímos de los mismos chistes; algunos nuevos y algunos picantes.

La veía de vez en cuando. Me olvidé de su graduación. Veía a sus amigos del liceo con los que ella vivió tanto y con los cuales, creo yo, ya no habla tanto. Se enamoró de ese amigo de la familia de toda la vida y ahí encontró el amor. A veces pienso que fueron hechos el uno para el otro: los dos me hacían muchas jugarretas cuando pequeño.

Se volvió toda una mujer, ya no hablaba conmigo y con mis primas, si no con mis padres, con nuestros padres, mis tíos y esa gente adulta que yo aún no entiendo bien del todo por más barba que tenga.

Un día me llegó la noticia de que estaba embarazada y sin darme cuenta ya estaba ansioso por ver los ojos del bebe.

Llegó Diciembre, nueve meses después de la noticia. Sagitario como ella y con la nariz de su padre, o de mi abuelo, son parecidas. Tiene los labios de mi prima. Yo insisto en que parece un muñeco.

Mi mamá se llevó al bebe a tomar sol y me quedé a solas con mi prima. Le pregunté por el nombre, "se llama Abraham", me dijo. Su segundo nombre no tiene el legado de nuestra familia y la sentí un poco más alejada. Hablamos un poco sobre él, mientras yo hacia lo posible por no llorar, pero los ojos se me empañaban de todas maneras. Imagino que pensó que sólo era el sueño lo que me tenía así. Ella volvió a reír como antes.

Me sentí más cerca de ella al tocar al pequeño bebe sagitario. Su sangre está en él, al igual que sus labios y por un momento la miré y miré los ojos del niño; me sentí más pequeño que él. Realmente sentí el paso del tiempo y todo se volvió una alegre nostalgia del ahora.

Ahora sólo me resta esperar los próximos golpes y notar si podré aguantar las lagrimas como esta vez.