miércoles, 14 de marzo de 2007

Una tarde de Verano.


“Una vez me comentaron que llorar no era cosa de hombres, pero en ese instante no me afectaba nada del pasado.”

Armado solamente con mi fusil de 2 orificios. El cual, me había otorgado mi abuelo, después de la gran guerra, en los tiempos de Macondo. Acompañado por mi perro de caza. “Sabueso”, así lo llamaban los niños juguetones del pueblo cercano. Para mi no tenia nombre, simplemente era mi acompañante en toda odisea, mi amigo fiel en mis lecturas de la 5:00 PM y mi guía en el duro, pero simple, camino de la vida. El sol se reflejaba en el lago, así que el calor era sofocante y abrumador. Yo andaba en busca de un animal delicioso para poder apaciguar mi hambruna.

2 horas indagando por el fervor de las burbujas, para perder la noción de mis pasos. Todo eso me hizo recordar el día en que la luna enfriaba la laguna, mientras besaba los tibios y carnosos labios de Angélica, la hija de los Domínguez. La perseguí por muchos días, evadiendo a sus padres, los cuales se distraían perdidamente en el baile que hacían los molinos durante el atardecer, hasta que logre convencerla para poder vernos aquella noche.

Mis botas se sentían como ladrillos. Mi perro no dejaba de ladrarle a la maleza. El agua estaba muy caliente para beberla. De repente…escuche algo que caminaba entre los lirios salvajes. Mi compañero de las 5:00 PM, corrió hacia el ruido amenazante de la naturaleza. El sudor de mi frente lograba escapar de mis poros erizados en la espera del animal deseado. Mi compañero ladro, y un fauno de cuatro patas salto sobre la maleza, esquivando al pequeño ruidoso. Saltaba y saltaba, yo agarre mi fusil y apunte esperando otro salto de miedo. ¡Apareció!, lo enfoque y…”Bang”. El humo y el olor a pólvora me aturdieron, las aves revoloteaban lejos del eco.

Espere 5 minutos para que mi perro trajera con gloria la presa del día, mientras meneaba su pequeña cola, así como lo hacia cada día al despertar. El sol hirviendo el agua hacia un silencio susurrante. Se podía oír el sonido de mis adoloridas gotas de impaciencia estremeciéndose contra la tierra humeante.

Pasaron otros 2 eternos minutos. Me decidí entrar en la aberración de la luz, y los lirios, para poder hallar a mí guía de pueblos, conocedor de los niños. Las espinas de los hijos de la madre tierra me rasgaron la piel, pero continué luchando, caminando hacia delante en busca de mi compañero. El fauno empedernido corrió hacia el bosque, camino hacia donde el viento se entretiene con los molinos. Y allí estaba…atravesado por 2 balas de un fusil otorgado por mi abuelo.

Me arrodille ante el. Busque la forma de ayudarlo, el “Sabueso” de los niños no debía sucumbir ante el sol. ¿Quién me acompañaría a leer junto a la chimenea, cada día, a las 5:00 PM?, ¿Quién me guiaría en mi búsqueda por Angélica? Alejada de mí desde que sus padres nos descubrieron besándonos una noche, en la cual los molinos no giraban, y la luna congelaba la laguna. ¿Quién me aliviara las pesadillas despertándome con sus ladridos punzantes?...Pero debía aceptarlo…aunque mi alma y mi creciente soledad lo negara. Ya mis lágrimas lo bañaban. Allí recordé algo que mi abuelo solía decir sobre que los hombres no lloran, pero ya nada me importaba. Mi compañero sin nombre había muerto.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

en realidad... No me gustooo :S:S:S da lala jejajejajejajejajjea

Anónimo dijo...

¡Ahhhhyyy! que historia mas linda y triste.. el perrito se murio :( pero igualito me encanto!! el que escribio ese comentario no sabe nada de lectura..tal y como me dijistes..jejeje chao cuidate

Manux dijo...

nada es dura para siempre, los amigos tambien mueren cuando se convierten en lo que tu no esperabas no es necesaria la muerte fisica, claro un perro nunca te creara una decepsion o como sea que se escriba

Xenia dijo...

Hola!!
gracias por tu comentario en mi blog!
Bueno, nada ni nadie puede suplantar la perdida de un companero. Solo nos queda acompanarnos la soledad y quizas encontrar otra manera para no sentirnos solos..
saludos,
xenia