viernes, 5 de octubre de 2007

¿Jugamos en la soledad?


A Arianna nunca la dejaban jugar con sus manos. Un padre rígido y una madre plásticamente perfeccionista. En una casa de hojalata, de cal y de cerámica fina. Algunos lugares poblados por hormigas que comen palabras, y otro deshabitado. Tal cual una habitación, yo soy su inspiración. Ella juega con sus manos, yo solo observo como explora su propio espacio, un juego, unos momentos de silencio. Se rompía una pieza más de carrusel.

Cansada del plástico ahogante en su cara y de las hormigas en las paredes de cal, busco un refugio en el mismo lugar donde la niña, tranquila y sin miedo, continuaba dándole vuelta al carrusel de sus dedos, mientras su mano giraba en torno hacia las palabras. Un encuentro con el tope de una antigua puerta de madera le recordó cuando también ella imaginaba jugar con sus manos, pero eso era prohibido. Las palabras eran el escaso y único alimento de las hormigas, las cuales no debían ser alimentadas; Destruirían la cerámica, comerían la cal y destrozarían la ya muy gastada chatarra dentro de ella y de su familia.

Castigada por el abrupto miedo y sentenciada a no volver a la tranquilidad. Sus manos atadas, prohibiendo su tierno y sutil juego. Entregada a las hormigas, para que devoren las buenas palabras que ella debe construir con el sudor de su frente y un poco de tierra.

Después de sentir muchas veces los sueños trágicos de Emily, veo con claridad porque arianna me encerró y no me deja salir.

Dio todo lo que pudo. Estaban satisfechas. Ella ya tiene 18 años, y sus manos ya están desatadas. Pero no recuerda como jugar, yo soy parte de su pequeña y entendible amnesia. Yo controlo la mayor parte de su ser. Ya no hay hormigas que alimentar. Solo tiene que alimentar los demonios que están vacíos y moribundos dentro de ella. Su vida era un miserable ejemplo de que la vida de los demás es mucho mejor. Alguien no la quiere dejar allí, quiere enseñarle a ser feliz. Y ella, muy ilusa, controlada por mi, vista desde mis ojos, sigue al pobre ángel sin alas a la búsqueda de lo que no es feliz para Emily.

Controló sus manos e invento un juego que a Arianna le parecía familiar, pero solo lograba recordar haz de luces y la putrefacta soledad del ático. Solo dejo plumas en ella, y voló para no volver jamás. Ella al final, al ver las plumas, el frió, el calor, recordó como jugar con sus manos. Cada vez que podía, lo hacia, y me lanzaba al olvido. Ya solo me queda refugio en Emily.

Emily recuerda cada día como sus manos eran secuestradas, y transportadas a lugares desconocidos por mí. Ahora le teme a sus manos sudorosas y olorosas. Huelen a lluvia triste y plumas mojadas. Infiernos y demonios. Que tan cual suculento banquete para las hormigas.

En la casa donde Arianna le da de comer a sus demonios, conoció a Emily. Que pequeño es el mundo, y que pequeño se vuelve mi mundo. No solo tengo que aguantar el martirio de ser esclavo de angeles sin sangre, si no tambien de demonios sin maldad. Son una. Dos seres, dos piezas mas del carrusel interminable.

La amistad que tejen las arañas y atrapa moscas, creció en ellas. Vivian, comían, alimentaban y dormían juntas. Una soñaba con jugar y atrapar Ángeles. La otra, solo soñaba con ser feliz. Arianna por ver a Emily dormir, decidió jugar con sus manos tiernamente, mientras le pidió, inconciente y curiosamente, a las manos sudorosas de Emily, que la acompañaran a jugar. Emily, pobre Emily. Sus pesadillas volvían a hacerse realidad. Solo podía escapar y decir adiós a las moscas, y volver a alimentar a las hormigas.

Arianna quedo sola, abrumada y comprendió que sus manos debían atarse y ser liberadas cuando fuera necesario. El mundo se volvió oscuro sin la amistad de Emily. Ya solo le quedaba yo, pero encerrado entre escuadras, acompañados por demonios hambrientos y ahogado entre plumas, no me quedaba más fin que abandonarla allí, y dejarle espacio al febril recuerdo de Emily.

Se alejaron por mi culpa. Mientras una era controlada y cegada por mí, la otra me olvidaba y me dejaba atrás, si pensar que era lo que tanto guardaba en sus mentes. Cerámica y cal, era lo mismo, lo que cuidaban, que al final fue desapareciendo. Destruido, mientras de allí comían las hormigas.

Inocencia, asi me decía su madre. Que me perdería si seguía jugando con sus manos. Le fue prohibido a su edad alejarse de mí. Emily me llamaba refugio y confusión. A ella le fue insoportable haber sido alejada de mí. No importa que nombre me colocaran, yo continuaba siendo el cielo para Arianna, pero el infierno para Emily.

1 comentario:

Anónimo dijo...

bueno... amore esta vez quedè como picada xq no entendi muy bien estoy tratando de analizar mejor para saber cual es el verdadero sentido o digamos q el mas alla de la historia jajaja un beso para ti... y cuando entienda te escribo mi otro comentario... es mery